No es extraño que una cantante como Madame Trois Points vaya a consumirse a Ibiza: hay algo, como ansia por libertinaje, que orilla a muchos famosos a visitar esa capital del desenfreno; tampoco es extraño que los paparazis la sigan, seguros de que más temprano que tarde lograran conocer la identidad del intrigante y desconocido Giovanni, si se mantienen atentos a los movimientos de Trois Points, esperando en la barra o mezclándose entre la multitud de cada pista de baile, en cada club nocturno. Lo que si era interesante, dijo Tamara, era que de pronto los personajes secundarios decidieran mantenerse alejados de la prensa, que apenas uno se animara a dar la entrevista; luego empezó a leer en voz alta el artículo que se publicaría al día siguiente en Horizon: The night with Madame Trois Points. Igual que la mayoría de los artículos de tabloides, era demasiado predecible, abría con los rumores que de tanto mencionarles, ya estaban desgastados: Madame Trois Points tenía un amante del que nadie conocía más que el nombre, Giovanni, que describía como el amante perfecto; algunos sospechaban que Giovanni era un alias, otros que era verídico, algunos pensaban que debía ser ajeno al mundo de la farándula, otros creían que era algún famoso demasiado celoso de su privacidad o algún magnate que de ser descubierto observaría derrumbarse su futura carrera política. Tamara continuó leyendo ahogando la risa, el articulo parecía escrito por un investigador paranormal que decidió cambiar de oficio: a lo largo de la página varias fotografías de Madame Trois Points, ya fuera en Manhathan o más tarde en Ibiza, saliendo siempre de algún club nocturno, besándose con un hombre o subiendo a un taxi, lo único distinto eran los vestidos exenticos: antifaz reglamentario, leotardos, gabardinas, trajes de apariencia futurista, carnavalesca, de materiales inimaginables (cedes, condones, cerillos), entre demás extravagancias que le hacen jamás pasar desapercibida. Sin embargo, ninguna de esas fotografías era lo que Tamara encontraba interesante, sino la entrevista con Martin Smith, un joven que tuvo la supuesta dicha de pasar una noche con ella, quién revela en exclusiva a Horizon lo ocurrido: la conoció en un club nocturno, esa vez llevaba un antifaz blanco y un vestido hecho de naipes, se le acercó, empezó a bailar con ella y Trois Points le pasó los brazos por el cuello, sus movimientos de “felina mimada pero peligrosa”(según descripción de Smith) lo indujeron a besarla, hasta que Trois Points, idiotizada, le digo: ¿sabes qué?, es hora de divertirnos realmente. El asiento trasero de un taxi, los faroles yendo y viniendo, la suite de Madame Trois Points, dos cuerpos desnudos revolcándose en el sofá, dos cuerpos observando la madrugada desde el balcón. Estoy seguro de que es ninfómana, declara Smith al tabloide. Aunque el entrevistado nada menciona sobre Giovanni. ¿Qué ocurre con Madame Trois Points?, ¿qué es ese misterio que la rodea?, pregunta el reportero con saña, como si detrás del antifaz se escondiera algún peligro que quisiera revelar al mundo.(...) a Madame Trois Points tampoco le importan las noticias paranoicas de los tabloides o los paparazis estúpidos que esperan descubrir, en cualquier momento, la identidad de Giovanni: sin terminar de entender (o quizá no desean hacerlo) que no se puede descubrir la identidad de alguien que no existe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario