Esta
mañana, al despertar, agradecí que el Método haya rescatado mi
vida. Agradecí, hermanos míos, el milagro ejercido por la
Tecnología para resucitarme, yo que era un insecto vil de carne
imperfecta, ahora soy la prueba de que a pesar de que se camine por
el valle de la sombra de la Ignorancia, no se debe temer, porque la
correcta aplicación del Método infunde nuevo aliento, permite
emerger del abismo.
Yo estaba en lo más
profundo, ahogándome entre el barro. Las inyecciones arrebatan todo,
incluso la esperanza, y al final el único deseo, la única necesidad
que se siente, es la de otra dosis. Los días pasaban entre un andar
enfermizo por calles hediondas y miserables, llenas de espejismos;
dormía en bancas, visitaba a otros adictos, me amparaba del frio y
la lluvia en casas abandonadas. En alguno de esos lugares, en mi
cuerpo empezó a florecer la infección: primero el brazo que se
obscurece, luego las convulsiones. Eso no iba a detener los atracos,
las golpizas, las riñas, claro que no: ni la gangrena impediría que
obtuviera mi dosis. No pensaba que las fiebres me paralizarían, que
los árboles empezarían a gritar, que las nubes se
derretirían…Bañado en sudor frío, le pedía perdón a mi madre
quien, entre golpe y golpe de mi padre, me había soñado un futuro
de oportunidades.
Pero es que mi madre
jamás conoció el Método.
Al despertar esta
mañana bendije mi vida presente, distinta de aquella en que
moribundo sobre una camilla de Cruz Roja, el cuerpo atascado de
morfina, pedía otra dosis o la muerte al médico o enfermero que
pasara. Muchos de ustedes han de conocer la sensación: mis brazos
eran dos vigas al rojo vivo que intentaban arrastrarme al Abismo. En
tal estado me encontraron los Investigadores de Itskov Inc.: estiré
la mano, la mano gangrenada, y ellos sonriendo me prometieron la paz.
Así me dijeron,
hermanos míos: cierra los ojos y confía, nosotros te prometemos la
paz.
Desconocían, por
supuesto, que para alcanzar la paz primero tendría que, aún más,
sumergirme en el fango.
Gracias a Itskov
Inc, lo primero que conocí tras la miseria fue la fama, y es que mis
nuevos brazos no eran prótesis, sino cartílago y carne
artificiales, como forjados por la misma naturaleza. Para el planeta
no existía mi vida antes de las prótesis. Y entre entrevistas y
congresos, entre fiestas, la fama me condujo a un hombre de traje
abriendo una cigarrera plateada, para ofrecerme un nuevo tipo de
droga: la Fermer. Cuántos de ustedes no le deben su condena a la
Fermer. Su melatonina sobresaturada me provocaba tal éxtasis,
arrebataba de mi mente el nido infeccioso, las inyecciones, la vida
malgastada…Cada vez con más frecuencia ocupaba más Fermer, y se
me ocurrió que usar recursos de Itskov, siendo una empresa que tiene
tanto dinero, no iba a molestar a nadie. Pero pronto empezaron a
olfatear el azufre impregnado en mi ropa y el dinero se detuvo.
Al contrario de
muchos de ustedes que mataron a la novia, que robaron a sus
malnacidos jefes, cuánto me arrepiento de haber golpeado la cabeza
del contador de Itskov Inc., partirle el cráneo contra el suelo,
antes de escapar con los bolsillos llenos de billetes ensangrentados.
De nuevo a la vida de los asaltos, el frio nocturno, la búsqueda de
Fermer; durante esas noches, no saben cuánto me torturaba esconderme
de mis salvadores.
¿Cuándo imaginaría
que entre tanto pánico los Investigadores de Itskov arribarían a mi
calabozo? Nosotros, contrario a los inocentes, conocemos esa
oscuridad especial del calabazo: las sombras emanan de tu cuerpo, la
obscuridad que te rodea es tuya. ¿Cómo creen que me sentía tras la
captura, rodeado por mi naturaleza destructiva, la misma que mordió
la mano que me salvó?
En ellos no había
resentimiento ni ira: hasta parecían despedir un halo de santidad,
justo como mi madre. Me volvieron a hablar del Método, dijeron que
mis errores estaban perdonados y que me ofrecían una nueva
salvación. Me ofrecían el abandono de mi cuerpo, la suplantación
de mis piernas por cartílago de termoplástico, mis pulmones por
acetato de polivinilo, y nano procesadores de yottabytes por mis
neuronas. Mi consciencia sería transferida a una carcasa robotica y
ya no sufriría hambre, ni sed, ni lujuria: me convertiría en el
dueño de mis necesidades. Aunque existía el problema de la
Incertidumbre, las posibilidades ínfimas, las antítesis, el cómo
la operación podía conllevar mi muerte, también podía ser el
primero de una raza de superiores capaz de decidir sobre sus
emociones, capaz de seleccionar su físico. El futuro sería sinónimo
de Igualdad, Libertad: desaparecerían la bulimia, la anorexia, el
racismo. Podríamos bajar el termostato de nuestra ira o de nuestra
ansiedad, decidir nuestra apariencia física. ¡Dichoso quién no
teme al Progreso, ya que de él será el reino de la Posteridad!
Pensando en tal
milagro, recordé a mi madre y ese nido corrupto que era mi familia.
Hermanos míos, yo crecí acostumbrado a sobrevivir entre humo de
cigarrillos y vómitos de borrachera; aunque mi madre era la única
cosa santa de la familia y soportó de mi padre sus golpes, sus
insultos, sus quemaduras de cigarrillos, siempre tuvo la oportunidad
de dejarlo. ¿Qué hubiera pasado si ella hubiera conocido el Método,
si el Conocimiento la hubiera abrazado y le hubiera dado un propósito
más que servir a la rata de alcantarilla que era mi padre?
Por eso al ser
llevado hacia el quirófano portaba una sonrisa, la sonrisa de una
boca consumida, deteriorada de mentiras. Mis nano procesadores se
estimulan tanto al recordarlo…Yo sería traído de entre los
muertos y si yo podía, ¿quién decía que tarde o temprano no
podría infundirse vida a los muertos queridos?
Porque cuando camino
por el valle de la sombra de la Ignorancia, no temo ante las
posibilidades ínfimas y las hipótesis fallidas. Ni siquiera la
Incertidumbre es un problema. No, porque la ciencia es mi método,
nada me faltará.
1 comentario:
Buen día, sin duda un excelente e interesante escrito, sobre todo al transmitir tan particulares percepciones, me recuerda a: Tahar Ben Jelloun con su obra de "sufrian por la luz" espero encontrarme con otro de tus escritos pronto, saludos!
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