sábado, 4 de diciembre de 2010

Tina. (Don’t save us from the flames, M83)



Sí, la carretera esta por ahí, el carro esta por ahí también, y tú estás en la carretera, pero también estás en el carro, y mi vista embriagada no logra conciliar el por qué; sabes que es verdad, que te encuentres en ambas partes, y que por más que yo grite tu nombre, ese nombre que sabe agrio y dulce a la vez como el caramelo de limón, no podré entender tan fácil lo ocurrido, porque el caramelo de limón jamás a ayudado a nadie en nada importante, no es más que un dulce, y uno delicioso, pero tras el cual aún siguen los asesinatos, las guerras, las ideologías ortodoxas que solo buscan oprimir; y que, todo eso, en ese momento, no parece más que la irrealidad, aunque sea tan real como este caminar dudoso hacía el coche, hacía la carretera, hacía donde esta tu cuerpo y hacia donde están esparcidos, por el asfalto, pedazos de su cerebro, de tu dulce cerebro, que pertenece al único nombre con sabor a caramelo de limón: Tina. Tina, quiero estar contigo y mantener esto como real el mayor tiempo posible, antes de que me seas arrebatada y te vuelvas irrealidad de una vez y para siempre.

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